Maria Soler Zangitu

Maria Soler Zangitu

Natural :    Altsasu

Residente  :Altsasu

Su marido Ramon Soria Larrea , estuvo preso en la Carcel de Larrinaga(Bilbo) y posteriormente en Vigo desde donde salió en libertad.

Información relacionada con Maite y su madre Mária

María y su hija Maite, nacidas y residentes las dos en Altsasu, fueron la mujer y la única hija de Ramón Soria Larrea Ramon Soria Larrea, que estuvo preso en las cárceles de Larrinaga (Bilbo) y Vigo.

María fue la persona que guardó la carta y el reloj que le confió Isidro Zornoza Jorge Isidro Zornoza Jorge, hasta que pudo entregársela a su esposa. Isidro y Ramón estuvieron juntos en esa cárcel. A Isidro lo ejecutaron pero antes pudo escribir la carta de despedida para su mujer y sus hijos.

A Ramón lo trasladaron de allí a Vigo y María quedó sola al cuidado de su hija Maite en Altsasu. Maite, aunque era muy pequeña en aquella época, nos ha aportado varios testimonios, que recuerda o le contaron después, pero ella tiene muy presentes en su memoria.

Según nos cuenta Maite, con su tío Martín Soler se fueron Polain y Martín Goikoetxea entre otros. En el caserío de Sarabe les dieron leche y algún talo. Al día siguiente un familiar estuvo con Lorenzo el de Sarabe y este le dijo que ya habían pasado a Gipuzkoa.

Cuando el familiar regresaba a casa vio al guardia civil Alzate junto a otras dos personas y tuvo que esconderse hasta el día siguiente bajo unas matas cerca de Sarabe, Lorenzo le advirtió de que cogiera una cuerda o algo por si le paraban y así pudiera decir que venía de hacer trabajos en el monte. En el camino por Basoitxi, una persona que estaba escondida y llevaba dos días sin comer, le pidió ayuda y les informó a sus familiares. Esta persona pudo ponerle a salvo en la zona de Ataun.

Maite nos contó cómo en la escuela tenían que cantar el Cara al Sol y de vez en cuando le tocaba hacer de abanderada. Cuando pasaba Franco para ir a veranear a Donostia, Angelita la Franco les ponía en la acera con el brazo en alto al pasar el coche y su escolta, junto a ella varias niñas cuyos padres estaban también en la cárcel.

Era tal la represión, que su abuela dejó de hablar euskera de forma radical.

Maite recuerda que a su familia les pidieron dinero en varias ocasiones.Para hacer frente al pago tuvieron que pedir dinero y hasta vender un ternero. Nos cuenta como a su abuelo en una ocasión le pusieron una escopeta en la cabeza amenazándole.

Un año trajeron la imagen de la Virgen de Fátima y la pusieron en el atrio de la iglesia. Enfrente colocaron sillas para las personas enfermas. A quienes acudían les daban un litro de aceite y un kilo de azúcar, pero a María Soler y Rosi Valmaseda, que fueron a pedir por sus familiares enfermos, no les dieron por no acudir a la iglesia.

Maite recordaba que con cuatro años acompañaba a Rosi a visitar a su hermano Hipólito Valmaseda a la cárcel de Pamplona.

Cuando su padre regresó a casa, llegó plagado de piojos con una manta vieja.

Un día que viajaba con su padre a Vitoria pero sin salvoconducto, la guardia de Franco se acercó al autobús y ellos tuvieron que tirar de ingenio para pasar el trance. Con la complicidad del chófer del autobús, su padre se puso un buzo, cogió una herramienta y bajó para mirar la parte de abajo del vehículo. Maite se quedó junto al conductor y, a la pregunta del guardia, el chófer contestó que habían tenido un problema pero que ya había una persona arreglándolo. La vuelta no estuvo exenta de tensión.

Maite nos relata que pasaban la frontera para dirigirse a Oloron (Francia) donde vivía su tío Martín Soler, amigo de Marino Ayerra. En una ocasión, ella pasó la frontera con mucho miedo porque llevaba algún ejemplar del libro de Marino, No me avergoncé del Evangelio, que en aquella época todavía era clandestino.

Con 15 años, tuvo la oportunidad de ver cómo vivía una familia de refugiados cerca de Oloron. Eran de Madrid y vivían en una especie de gallinero, en unos habitáculos separados con cartones donde dormían diez personas.

Recuerda que uno, llamado Rafael, le enseñó un cartel grande de Pablo Iglesias diciéndole: «Que no se te olvide nunca que Pablo Iglesias estaba aquí».

Maite nos comenta:-«Goikoetxea diseño el Cinturón de Hierro pero sin hebill, sino no hubiesen entrado en Bilbao»-«Por eso cuando al tren Talgo se puso en funcionamiento, tomando como referencia las siglas T a l g o, se decia: » Tracionó A Los Gudaris, ¡Odiarlo¡

«Habría que hacer un homenaje al cerdo», nos decía Maite, pues gracias a él se mantuvieron muchas familias.»

Le habría gustado estudiar música pero para ello había que pagar «un duro».

En 1945 se comenzó a celebrar el «Dia del Parroco» e ibamos todas vestidas de caseras a la plaza

Buen recuerdo mantiene de su abuelo Apolinar, pues siempre estaba de buen humor con la cuadrilla. Apolinar y Fernández eran casi siempre los que bailaban en la fiesta de San Pedro, a la que se subía al monte con carros y cestos.

El día de fiestas de San Juan, se acudía a beber la taza de vino donde la Ermitaña y, en una ocasión dos personas mayores intentaron saltar cogidos de la mano, pero con tan mala suerte que cayeron en mitad de la hoguera. Por suerte los sacaron inmediatamente.

Maite, a pesar de todo lo que le tocó vivir, recuerda que junto a sus amigas vivía con ilusión y buen humor. Buena manera de sobrellevar las penurias y tristezas a las que hizo frente toda esta generación.

Ver  Maite Soria Soler

Ver Ramon Soria Larrea,

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4 comentarios sobre “Maria Soler Zangitu

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